A
través del tiempo la inteligencia es algo esencial que nos identifica y nos
hace parte del desarrollo
de la sociedad, en las escuelas la inteligencia es
con lo que se adquiere el aprendizaje día con día, de tal forma Cattell hace mención
sobre la inteligencia cristalizada y la inteligencia fluida, dentro de las
cuales menciona que la cristalizada abarca habilidades como la comprensión verbal
y la numérica, en cambio la fluida la usamos cuando aún no sabemos cómo hacer
algo. Sin embargo a mí me gustaría hablar primeramente de las definiciones de
inteligencia, el panorama y las inteligencias múltiples que se tienen que
retomar dentro del aula.
El
aprendizaje requiere múltiples procedimientos y acciones para que la
información sea captada, procesada, apropiada y reutilizada por el individuo,
terminando por convertirse en conocimiento. De modo que el conocimiento del
tipo de inteligencia predominante en un sujeto permite cualificar el
aprendizaje.
En el aula de clase, se puede observar que los
estudiantes adquieren sus conocimientos de acuerdo con el estilo de aprendizaje
y de la inteligencia que los caracteriza. Estos dos aspectos se perciben íntimamente
relacionados, pues, a quien posee una inteligencia verbal, por ejemplo, le es
más fácil retener la información que ha escuchado. La importancia de conocer
qué tipo de inteligencia posee un estudiante radica en que, dependiendo de
esta, se pueden utilizar los apoyos didácticos necesarios para mejorar sus
capacidades intelectivas. Existen muchas facultades humanas a las que se les
puede llamar inteligencia. Gardner (1995), por ejemplo, considera que la
inteligencia consiste en la “capacidad para resolver problemas o dificultades
que se encuentren… encontrar o crear problemas estableciendo las bases para la
adquisición de nuevos conocimientos” (p. 96). En cambio el Diccionario
de la lengua española de
la Real Academia Española define la inteligencia, entre otras acepciones como: “la «capacidad para
entender o comprender» y como la «capacidad para resolver problemas»”. La inteligencia parece estar ligada a
otras funciones mentales como la percepción,
o capacidad de recibir información, y la memoria,
o capacidad de almacenarla.
La inteligencia además de ser analítica, también
tiene un carácter creativo, y ello supone la capacidad para hallar buenos
problemas antes que resolverlos. De modo que la inteligencia creativa, encuentra,
inventa, descubre, crea y genera ideas nuevas y valiosas.
Gardner (1995) fue uno de los principales críticos de
esa idea limitante de que los humanos no solo poseemos una sola inteligencia y
ya, sino que propuso en cambio la existencia de ocho tipos de inteligencias
descritas a continuación. (Como se citó en Armstrong, 2009, p. 18-20).
Inteligencia lingüística: la capacidad para usar palabras
de manera efectiva, sea en forma oral o escrita. Esta inteligencia incluye la
habilidad para manipular la sintaxis, los significados del lenguaje o los usos
prácticos del mismo. Algunos de estos usos incluyen la retórica (usar el
lenguaje para convencer a otros de tomar un determinado curso de acción), la
mnemónica (usar el lenguaje para recordar información), la explicación (usar el
lenguaje para informar) y el metalenguaje (usar el lenguaje para hablar del
lenguaje).
La inteligencia lógico-matemática: la capacidad para
usar los números de manera efectiva y razonar adecuadamente. Esta inteligencia
incluye la sensibilidad a los esquemas y relaciones lógicas, las afirmaciones y
las proposiciones (si-entonces, causa-efecto), las funciones y las
abstracciones. Los tipos de procesos concernientes a esta inteligencia
comprenden la categorización, la clasificación, la inferencia, la
generalización, el cálculo y la demostración de las hipótesis.
La inteligencia espacial: la habilidad para percibir
de manera exacta el mundo visual-espacial (por ejemplo, un cazador, explorador,
guía) y de ejecutar transformaciones sobre esas percepciones (por ejemplo, un
decorador de interiores, arquitecto, artista, inventor). Esta inteligencia
incluye la sensibilidad al color, la línea, la forma, el espacio y las
relaciones que existen entre estos elementos. También comprende la capacidad de
visualizar y de representar en forma gráfica ideas visuales o espaciales.
La inteligencia cinético-corporal: la capacidad de
usar todo el cuerpo para expresar ideas y sentimientos (por ejemplo, un actor,
un mimo, un atleta, un bailarín) y la facilidad en el uso de las propias manos
para producir o transformar cosas (por ejemplo un artesano, escultor, mecánico,
cirujano). Esta inteligencia incluye habilidades físicas como la coordinación,
el equilibrio, la destreza, la fuerza, la flexibilidad y la velocidad, así como
las capacidades auto perceptivas, táctiles y el dominio de medidas y volúmenes.
La inteligencia musical: la capacidad de percibir
este arte (como un aficionado), de discriminarlo (por ejemplo, un crítico
musical), transformarlo (un compositor) y expresarlo (por ejemplo, una persona
que toca un instrumento). Esta inteligencia incluye la sensibilidad al ritmo,
el tono, la melodía, el timbre o el color tonal de una pieza musical.
La inteligencia interpersonal: la capacidad de
percibir y establecer distinciones en los estados de ánimo, las intenciones,
las motivaciones y los sentimientos de otras personas. Esto puede incluir la
sensibilidad a las expresiones faciales, la voz y los gestos, así como la
capacidad para discriminar entre diferentes clases de señales interpersonales y
para responder de manera efectiva a estas señales en la práctica (por ejemplo,
influenciar a un grupo de personas para que siga cierta línea de acción).
La inteligencia intrapersonal: el conocimiento de sí
mismo y la habilidad para adaptar las propias maneras de actuar a partir de ese
conocimiento. Esta inteligencia exige conocer una imagen precisa de uno mismo
(los propios poderes y limitaciones), tener conciencia de los estados de ánimo
interiores, las intenciones, las motivaciones, los temperamentos y los deseos,
amén de la capacidad para la autodisciplina, la auto comprensión y la
autoestima.
La inteligencia naturalista. Se refiere a la
facultad de reconocer y clasificar las numerosas especies de flora y fauna del
entorno. También incluye la sensibilidad hacia otros fenómenos naturales
(formaciones de nubes y montañas) y, en el caso de los individuos criados en un
entorno urbano, la capacidad de distinguir formas inanimadas como coches,
zapatillas deportivas o cubiertas de discos compactos.
Pero las diferentes clases de inteligencias no se
limitaron a las enunciadas por Gardner, pues, a finales de los años noventa,
Goleman reconoció la existencia de una inteligencia más: la denominada
inteligencia emocional, que consiste en el empleo adecuado de las emociones,
según los aspectos esenciales para el desarrollo del pensamiento y para la
adquisición de conocimientos. Gracias a la inteligencia emocional el individuo
puede mantener la motivación y persistir frente a las decepciones. Potencialmente,
merced a ella, una persona también puede aprender a controlar sus impulsos,
demorar la gratificación, regular el humor, mostrar empatía y abrigar
esperanzas (Goleman, 1996, p. 54).
Ser consciente de las inteligencias múltiples
presentes en los estudiantes permite, en consecuencia, una mayor efectividad
del proceso de aprendizaje, que se puede materializar en los siguientes
aspectos:
- Identificación de
diversas vías de acceso al tema.
- Búsqueda de analogías
y metáforas.
- Generación de
distintas representaciones de las ideas de un tema. (Argüelles & García,
2002, p.58).
Pero también los logros en el aprendizaje varían de
acuerdo con los estilos que el individuo asuma y, de este modo, se difiere en
la forma en que se abordan las actividades, así como en la forma de pensar y de
resolver problemas.
Así, la manera en que nos aproximamos a un tema para
conocerlo y comprenderlo expresa el estilo que empleamos para su procesamiento.
Es decir, quien tiene una inteligencia predominantemente espacial aprenderá de
mejor manera por medio de estímulos y apoyos visuales, por tanto, el docente
deberá presentarle los temas de estudio en un formato acorde con su capacidad.
La
importancia de conocer las Inteligencias Múltiples consiste en darse cuenta que
todos los niños tienen capacidades diferentes y que todos aprenden de diferente
manera, además de quitar la idea vaga de que en las aulas hay niños que no
saben hacer nada o que contribuyen a un fracaso escolar, como menciona Serrano (2008):
“Nos fijamos más en lo que no pueden
hacer los niños, y menos en lo que si pueden, en lo que brillan, en sus áreas fuertes,
lo que conlleva a malas consecuencias en
su desarrollo y autoimagen” (p. 11).
Dentro del
aula cada uno de los alumnos demuestra diferentes habilidades, cada niño tiene
diferentes capacidades y no todos estos tienen que ser necesariamente buenos en
la misma materia o en la misma actividad, no se trata de dividir al grupo de
acuerdo a sus inteligencias que adquieren sino que se trata de que todos los
educandos realicen diversas actividades y adquieran el conocimiento aunado de
la habilidad que mas desarrollada tengan.
Referencias:
Argüelles, C. D. & García, N. (2002). Estrategias para promover procesos de
aprendizaje autónomo. Bogotá: Escuela de Administración de Negocios (EAN).
Diccionario de la lengua española de la real academia
Española. [Fecha de consulta: 23 de Noviembre de 2016] Disponible en: <http://www.rae.es/drae/>
Gardner, H. (1995) Inteligencias
Múltiples. La teoría en la práctica. Barcelona: Paidos.
Goleman, D. (1996). Inteligencia
emocional. Buenos Aires: Javier Vergara.
Serrano, A. M. (2008) Inteligencias
Múltiples y estimulación temprana. Guía para educadoras, padres y maestros.
México: Trillas.
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